viernes, 25 de septiembre de 2015

BELGRANO 2796

Estaría bueno que el documento de identidad tuviera 2 renglones en la parte de la dirección: uno para el lugar en el cual se vive físicamente y otro para el lugar que te define, para el lugar que representa quien sos, de donde venís, porque hacés lo que hacés y no hacés tantas otras cosas. Eso me permitiría abreviar la explicación que sigue para mí mismo.
Es dificil describir un lugar, por más que sea físico. cuando ese lugar representa más que sí mismo; cuando su capacidad de contener trasciende lo meramente existencial y pasa a condensar historias. Como creo que le pasará a cualquier persona con el lugar donde le tocó criarse y vivir la mayor parte de su vida, mi nombre en realidad es Belgrano 2796, esquina Carlos Casares para mayor exactitud, a una cuadra de la vía. Soy ese lugar, no sólo por haber vivido ahí, vivido en el sentido explícito, porque antes de nacer ya estaba ahí, porque seguiré estando en ese lugar cada momento que me toque, porque en el fondo la sensación de volver a casa siempre es la de volver a esa puerta, a ese pasillo, a esas piezas frías, pero mías. A ese lugar donde se que me soñaron, donde hubo tanto dolor y sufrimiento como alegría y noches compartidas. A ese lugar donde aprendí a amar a River por sobre todas las cosas, a caminar las 5 cuadras para volver del colegio y quedarme hablando en la puerta.  Ese lugar donde me tocó empezar a ser hombre, donde me tocó volver cada vez que sentía ganas de que el mundo parara y poder quedarme a llorar, pero (afortunadamente) el mundo no paraba. Un lugar en el mundo, el mío, desde el cual salí a buscar a la mujer de mi vida cada vez, hasta el mismo día de llevarla al Altar. Donde me tocó soñar una historia y armarla, y que se rompa una y varias veces, pero para adelante; donde me tocó volver a pelear con los recuerdos, a los 14, cuando pasé a estar solo en la pieza en la que antes no me animaba a dormir; o los 21, cuando pasé a no tenerla más a ella y hoy a los 30, ya grande, ya padre, a asumir este momento en que uno, que toda la vida lo único que supo ser es hijo, y eso ya no existe. Y ese lugar pasa a ser recuerdos e historia, hasta que pueda juntar el coraje de volver y escribir mi historia sobre aquella, pero mientras tanto este dolor, esta opresión en el pecho de pasar por esa esquina, que no puedo, que no sé sobrellevar.
Que dificil que es desprenderse de un lugar, aunque sea por un tiempo, aunque sea tomar distancia para poder volver...aunque sea un hasta luego. Que dificil asumir que esa pérdida es no tenerlos más a ellos, a ninguno de los 2, y que gran parte de mi vida se fue con ellos. Que dificil que es saber que no lo van a ver...que no van a estar ahí, cuando me toque girar de vuelta el picaporte y construir un sueño. Pero a la vez que necesario...que toda esa metamorfosis del lugar permita reciclar la historia, que borre de un plumazo, que la historia sea historia, que el futuro sea de sueños y de posibilidades, de proyectos, de reescribir la página del lugar, de darle un nuevo significado sobre aquello, de pensar en algo mejor, de hacerlo mío ese lugar, del que hoy necesito tomarme un respiro, una distancia, aunque en el fondo nunca deje de llamarme Belgrano 2796, esquina Carlos Casares.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Miedos

Es un tema complejo el miedo.Todos tenemos miedo a algo,por pequeño que sea,y según muchos gran parte de la vida consiste en cómo los afrontamos y sacamos adelante esos obstáculos que nos separan de una visión que tenemos de nosotros mismos.
A mi entender,lo que más miedo da en la vida,es la vida misma.Quiero decir,en general,para un trabajo,un deporte,o incluso para las relaciones humanas,existe una cierta rutina,como una especie de manual tácito que indica por qué carriles discurrir en el día a día para andar más o menos sobre seguro.Pero la vida da miedo porque precisamente es imprevisible,por mucho que queramos acotarla,y porque no hay un manual de tareas que enseñe a vivir.Por muchas veces o muchas ganas que pongamos en tratar de buscarlo,cada uno va escribiendo cada letrita del suyo,único e individual,a medida que transcurre el propio existir.Y eso duele.Y eso da miedo.Y el miedo paraliza como se suele decir.
Miedo a que salga mal,miedo a que no salga,miedo a que digan,miedo a que callen,miedo...miedo al miedo,que es el medio para no enfrentarlo.Ese mismo miedo es el que a veces nos lleva a repetir errores pasados,por el pánico a repetirlos.
Pero la certeza que hay es que,por más que es muy dificil vencerlo,en algún momento de la vida sólo nos queda la opción de enfrentarlo...o la de dejar que gane,claro.
Pero esta última opción equivale a abandonar,que es más fácil que nada.
Por más que por momentos den ganas de morirse,la vida merece ser vivida,y parte de ello es hacer frente a esos momentos en que quedamos frente a frente con todos nuestros miedos,y lo que hagamos en relación a ello nos define.Es una tarea ardua,por demás compleja y un tanto desmoralizante,pero siempre se cuenta con una pequeña ayuda,como la de esos ejemplos que no quisiéramos repetir.
Porque aunque cueste ver el sol,la esencia que nos identifica está siempre presente,y juega una final cada vez que la ponemos en esa situación de enfrentar ese terreno interno donde el miedo juega de local.
Porque de las alternativas que hay,la que queda es jugar el todo por el todo,y jugarle el mano a mano a esas trabas siendo quien se es,respetando los propios tiempos,siendo fiel a la persona que se es,y,sin importar el resultado,ese ya es el principio de la victoria.
Por más que el camino sea el más largo para el resto,por más que cueste ver el sol,y por más que parezca que la tristeza no tiene fin,al cabo de todo esto es una apuesta,y tiene sentido precisamente en la medida en que uno se juega por lo que siente,por más trabas o complicaciones que haya.Y jugársela sin mezquinar nada,por más que el miedo tenga mejor equipo,pero con conciencia de que sólo se le puede ganar con alegría.

miércoles, 27 de julio de 2011

Epocas

Puede ser que una de las tantas divisiones o clasificaciones existentes en esta vida sea aquella que distingue a las personas de acuerdo a su capacidad para enfrentar los cambios.Existe la gente que se amolda perfectamente a ellos,de una manera natural podría decirse,casi como si formara parte inescindible de su existencia,como una condición perenne que define su persona.Podría identificarse un grupo intermedio,que serían aquellos que sin abrazar fervorosamente los vaivenes,sabes ponerse del lado indicado para que la ola no los tumbe,y seguir sin mayores inconvenientes.Y,luego,quedamos los que no tenemos ninguna simpatía por el cambio,más bien somos unos románticos enamorados del estado en que vienen transcurriendo las cosas,y,en caso de votar por una suspensión automática de las modificaciones del orden "natural" que logramos conseguir,nos volcaríamos proselitistamente a embanderarnos en la causa de la preservación del statu quo.
Pero,como tal votación no existe,y nunca se vive en el mejor de los mundos posibles,incluso aquellos que denostamos pasionalmente los cambios debemos adaptarnos a que,pese a nuestras preferencias,la vida es por definición dinámica,y el cambio es parte inescindible de esta aventura,y,como tal,hay que aprender a moverse en esta selva con las armas que se van juntando.
Hecha esta introducción,y sin mayor desarrollo,me quiero detener en una diferenciación en el interior mismo de la composición de los aludidos cambios.Creo que se puede dividir entre aquellos cambios de superficie,que son como una especie de maquillaje,en la cual lo que se modifica es la fachada de las cosas,la apariencia,y,por más que cuesten,no llegan a comportar una relevancia sustantiva en los aspectos trascendentales.Y,por otro lado,están esos cambios que son como un cisma,que remuecen profundamente los cimientos de algún compartimento central de la propia cotidianeidad.Estos últimos,generalmente los más aborrecidos por aquellos que comparten mi grupo actitudinal,tienen la particularidad de generar sensaciones raras,como estar manejando hacia lo desconocido,situación tan placentera para algunos,y tan descortante para otros.Traen consigo esa incertidumbre que suele apesadumbrar las almas incluso de gente preparada,que queda paralizada por momentos ante la inminencia de lo desconocido,ante la rotura en pedazos de la estructura diaria en algunos casos arduamente construida.
Dentro de este grupo,también se encuentran una clase distinta de cambio profundo,a la cual me quiero referir.Es,ni más ni menos que aquella a la cual voy a aludir,quizá pomposamente,con el término "fin de época"para ser gráfico.Son esos momentos en los cuales,junto con el cambio que se avecina,sobreviene la sensación de que,más allá de algún aspecto importante de la habitualidad,lo que va a concluir es un aspecto de la propia persona,una faceta desempeñada que,ineludiblemente,va a cambiar,sea esto una evolución o un retroceso,pero,ya antes mismo de su ocurrencia,se nos manifiesta como evidente que emergeremos de ella de una manera mejor o peor,pero seguro distinta.Esta especie de cambios distintiva,que no se a cienta cierta con cuánta regularidad acontece en la vida,quizá a algunos les pase muy pocas veces,y a otros todos los días.Creo que el ejemplo más potente que se puede brindar es la transición que acontece de la niñez a la adolescencia,luego a la juventud,y finalmente a la adultez,cuando dejamos de depender para todo de los padres para tener responsabilidad e injerencia sobre las decisiones que conforman nuestro derrotero.En este sentido,cuando se avecina el cambio de época,cuando todo aquello que venimos siendo o haciendo durante largo tiempo,brinda inexorables señales de estar a punto de volar por los aires como una especie de big bang interno,y todas las certezas que fueron definiendo la personalidad reciente o lejana,todo eso a lo que nos abrazamos para definir la propia esencia está haciendo las valijas para partir,nos quedamos frente a frente(en especial los que no hacemos del cambio un culto)con el desafío de encarar la obligación.Con esto quiero decir,enfrentar la situación de cambiar de roles,que en algunos aspectos se nos presenta como evidente(Como en el aludido ejemplo)y en otros no tanto;así como alguna vez usé la figura de trajes y etiquetas,creo que esta sensación es la rara de angustia de saber que el traje que llevamos ya no es el que mejor nos queda,pero,sin esperar que venga alguien a decirnos que este pantalón nos apreta,o que la camisa nos hace gordos,o que los zapatos pasaron de moda.No,a lo que me refiero es a señales internas,como las alarmas de los aviones,que nos van indicando que este momento llegará sí o sí.Ese momento de cambiar de traje,y de vislumbrar cual será el nuevo atuendo,desde dónde se puede empezar a construir una nueva habitualidad,debe ser uno de los momento más especiales en la vida,ese llegar a un punto donde se sabe que es el final de un camino,que hay que doblar en otra dirección,y buscar senderos nuevos,y dejar algunos trajes para los que seguirán y colgar otros definitivamente porque ya no nos quedan...ese momento quizá también sea de los más dificiles porque,de fondo,ni más ni menos,lo que queda es mirarse al espejo,y tratar de acomodarse cuando pase la ola,pero barrenándola,surfeandola para salir de otra manera,pero disfrutando,y,sobre todo,tratando de que la imagen que devuelve el espejo al final del proceso,sea distinta a la anterior,pero,siempre,sea la más parecida a la de uno,o al menos a la que uno quisiera ver,aunque el traje siempre quede un poco grande,o el dobladillo del pantalón un poco largo.

viernes, 27 de mayo de 2011

Análisis II

Alguna vez ya escribí acerca de la inmensa satisfacción que genera el hecho de ver un sueño,algo muy querido,deseado,hacerse realidad.Y me pasó que pensando acerca de ello me surgió otra cuestión.
Quizá es porque personalmente mi modelo mental esté influenciado por el paradigma del cine,pero,es que,a diferencia de lo que ocurre en las películas,la vida tiene una gran desventaja:aún en el momento más feliz(que en los films suele ser el final e ir acompañado de lo créditos sobre quién actuó,quien la produjo y demás títulos),en el que quisiéramos congelar y permanecer,por todo lo que nos costó,o por lo que sea,incluso en ese momento decía,la vida tiene la condición de continuar.Y esto es una gran desventaja,porque,cuando termina la peli,uno claramente sale con una sensación de satisfacción,de deber cumplido,incluso de haber cerrado el compartimiento dedicado a esa historia;evento que en la vida tiene un duración efímera,porque el estrato mental que ocupa ese objeto de nuestra felicidad no se puede cerrar,tiene inevitablemente que continuar.Sea lo que fuere que uno llegue a alcanzar,una vez pasado ese momento,por mucho que se quiera,no llegan los créditos,lo que llega es el barro de seguir lidiando día a día con los escollos que se ha vencido para llegar hasta allí,e incluso con otros nuevos y peores,o con satisfacciones mejores,pero igual de efímeras.
Y escribo esta nota por esa ambivalencia que tiene la vida de no poder congelar la fotografía,buscando también una respuesta para mí mismo.Creo que ya he escrito también sobre mi pasión por la nostalgia,y esta condición que trato en estas líneas la potencia,quizá la hace abrazarse con la angustia,porque creo que,como a todos,lo que me desvela es encontrar la fórmula de la felicidad eterna,esa que,con los cachetazos de la vida,vamos aprendiendo que no existe,o no al menos en los términos grandilocuentes que a todos nos gustaría.Es decir,que no hay(al menos no la encontré)la forma de ser feliz cada instante de la vida,es como si ella misma llevara como su marca de fábrica la tristeza,la melancolía,el dolor,la desazón,y tienen el atributo de tener una fuerte persistencia,incluso a veces más fuerte que la de los momentos más gratos.Sin embargo,como dije que escribo buscando para mí una respuesta,creo que la más honesta es entender esta condición inescindible de la vida,aceptar las reglas del juego(no resignarse eh,nada de eso),y jugar con las cartas que vienen.Cómo sería esto:saber que,como las malas van a estar,y es así,aprender a ir buscando las buenas,y disfrutarlas desgarradoramente,incluso en las pequeñeces.La de levantarse a la mañana de la cama respirando,la de un lindo día o la de un día oscuro,las charlas a veces sin sentido,el perfume que le da la vida a ciertos momentos que se nos pasan.Se que corro el riesgo de sonar autoayuda,pero no importa;a medida que pasa la vida creo que es esencial ir abrazándose a la felicidad,porque,por más que sea efímera,y se nos escape,si uno la trata con cariño,va a volver,mientras que si uno la desdeña,y la trata mal,y le endilga su condición de traicionera o anestesiante,lo más probable es que no quiera volver,que no tenga el más mínimo interés en tocar a nuestra puerta,y prefiea venir sólo cuando no le quede otra.
Y si es inevitable,si nunca van a venir los créditos en el momento de ese abrazo que tanto anhelamos,o de ese reconocimiento que esperamos años,o en el momento de ese logro que pensábamos que no se iba a dar,por lo menos,hacer lo posible para que cuando lleguen,en el momento que sea,la foto que acompañe nuestra presentación en esos títulos sea sonriente,acompañados del invisible abrazo de esa esquiva,que tantas veces se cambia de nombre.

viernes, 29 de abril de 2011

Análisis I

Es algo que vengo pensando hace mucho.No se si no tengo claro como abordarlo o que será lo que me llevaba a no escribirlo,pero bueno,a fin de cuentas ahí voy con lo que tengo,y a ver lo que sale.
¿Qué indicadores son los que en definitiva nos dan la pauta de que estamos vivos?con esto me refiero a tratar de dilucidar aquellos puntos que hacen que este tiempo que vivimos,estas sensaciones,este devenir diario,no son en realidad el sueño de algún otro,así como cada noche recordamos perfectamente sueños que para los intervinientes en ellos(nosotros mismos en la mayoría)son su absoluta realidad.Qué cosas nos dan la pauta de que en verdad todo esto que atravesamos,vivimos,sufrimos,gozamos,no es en realidad un mero sueño,nuestro,de alguién,de todos,y que al final de todo,quién sabe,no será más que eso.
No tengo la solución a esta pregunta ni nada que se le parezca,y tampoco es la idea generar falsas expectativas.Sólo puedo esbozar algunas ideas,por ejemplo:calculo que uno debe saber que está vivo cuando recibe un abrazo.El abrazo tiene ese poder magnificador,sea como fuere,soñar con un abrazo tiene que ser muy distinto de sentir el abrazo,pegar un abrazo,recibir un abrazo,o compartir un abrazo multitudinario.Otro de estos indicadores puede ser la nostalgia;definitivamente,en un sueño no se siente nostalgia,precisamente porque es eso,un sueño,y en general no tienen la misma memoria emotiva que lo que tomamos como "vida real".Se me ocurre que la alegría de los otros puede ser otro factor;si,de los otros,el tener la capacidad de ser feliz por la felicidad de otros que no nos genera per se ningún beneficio,sino por el mero hecho de generar esa empatía que hace que se multiplique la buena energía.Quizá también podría ser el hecho de ir saltando etapas;en general lo que conocemos como estados oníricos no suelen tener momentos diferenciados,sino una linealidad total,esa capacidad de ir ocupando distintos roles,usando distintos trajes(y etiquetas)a medida que van pasando los años y los momentos puede llegar a ser un dato de que esto es real.
De cualquier manera,como ya adelanté que no tenía la solución,por el momento me contento con pensar que,como todo ser humano,lo que queda es ir viviendo cada día,sin ningún indicador,sin ninguna certeza de que esto que sucede no es producto de la mente de otro,y con la sana inconsciencia de hacerlo,de ser,de sentir que sí,que quizá si eso no fueran meros indicadores,y fueran algo seguro,la vida quizá sería un poquitito menos linda,y que parte de su encanto también puede ser que resida en esa incertidumbre,en esa loca tarea de escribir un día y otro y otro,y que nos parezca realidad por más que pareciera que lo pudiera estar inventando otro como una ficción que cierre por todos lados.Sea como fuere,de lo que se trata es de vivir,por más esfuerzo que uno le ponga en analizarlo tanto,y de vez en vez soñar un poco,y ver la manera de que eso también se haga vida.

jueves, 17 de marzo de 2011

El que no marcan los relojes

Hay veces en las cuales nos levantamos y vemos todo negro.
Veces en las que de repente nos parece que la vida,el azar,los designios divinos,todo,estuviera en contra nuestra.Momentos en los que la sensación es que no sale una,que se ve todo negro,que nuestras propias limitaciones o carencias superan en mucho a todo aquello que podamos ver.
El propósito de estas líneas no es constituir un mensaje de autoayuda ni nada que se le parezca,sólo el resaltar que los momentos son solamente eso:momentos.Que cada uno,y su concatenación con el que le seguirá,deja una huella y sirve para algo,aún el más duro,o aquel en el cual creemos que entramos en un pozo del que no podremos salir,o que nuestras fuerzas no alcanzan o incluso sentimos que fracasamos en distintos aspectos.
El momento que se vive siempre es el más importante,pero también es la previa del momento que le seguirá,sea que lo vislumbremos con claridad o con total incertidumbre.Hay que tratar de no dejar que los momentos nos abrumen,sino de(por dificil que esto es)tratar de sacar la mayor cantidad de experiencias y cantidad posible de ellos.Es inevitable que nos pasen por arriba,y a veces creamos que nos superan,y puede ser que de hecho nos superen.Incluso los momentos buenos,con su eterna aura de irrealidad.
Pero lo que hay que recordar es que,pase el momento que pase,hay que mantenerse respirando,preparado para cuando pase el temporal(que siempre va a pasar),y dejar que el tiempo,ese eterno enemigo,ese incomprensible rufián que nos suele alejar de las cosas tal y como las pensamos y nos hace perder la perspectiva y ahogarnos en un vaso sin agua,haga su labor,y transcurra,y haga pasar todo,así como hace pasar lo lindo,y aunque sea el momento más feliz de la propia existencia también concluye y sobrevienen otros,hay que reconocerle que también es justo.Y digo esto porque hace lo propio también con los intervalos malos,aquellos que quisiéramos que ni siquiera empiecen,pero también tienen un final.Siempre existe una salida,por más que nos abrume nuestra propia realidad.La vida es mucho más simple,pasa que las personas somos las que la solemos hacer complicada.Será porque siempre necesitamos que tenemos que tener en el acto una respuesta para todo lo que vivimos,y,muchas veces los tiempos de Dios o del azar(según en qué crea cada uno)no son los mismos que los nuestros,y por eso nos parece que ciertos momentos duran una eternidad.
La única condición irrevocable que tiene el tiempo es su inexorabilidad.El pasa,y se toma todos los ratos necesarios,por más pasos que le queramos abreviar.Y,como esto es así,y no queda otra,por más que a veces se anude la garganta y el estómago,o que se anude la vida entera,hay que saber tener una reposera a mano,y una mesita ratona,para sentarse en la puerta a tomar mate,a ver pasar el tiempo y saludarlo,que aunque no seamos amigos,hay que aprender a ir pasándola(la vida)juntos.

lunes, 31 de enero de 2011

Sueños...

Es muy dificil de explicar con palabras,por lo inabarcable que puede llegar a ser la sensación.Quizá es como un favor que las mismas palabras hacen a uno para entender que es practicamente algo que no se puede explicar ni entender,sólo vivir y sentir.
Cuando un sueño,uno de esos que perseguimos durante bastante tiempo(días,meses,años,una vida entera en algunos casos)de a poco se va haciendo realidad,es una sensación tan reconfortante,como si de repente las partecitas del rompecabezas fueran encontrando una a una su lugar,y se pudiera leer claro lo que hasta ese preciso momento parecía un estrafalario acertijo.Es raro como a veces la vida encauza todas esas pequeñas coincidencias(o no)para darle forma a la historia,sea personal o compartida.
Cuando un sueño,cualquiera que sea,tenga el grosor o espesor que le toque,de a poco se va convirtiendo en realidad,dan ganas de abrazarse con el destino para agradecerle que por un rato no sea esquivo,que se digne a jugar para la tropa propia en esta módica aventura.
Y es que en esos instantes,cuando un sueño se convierte en bandera,y no sólo bandera de dos,sino compartida por varias personitas queridas,adoradas,soñadas,esa concreción,esa materialización,tiene una fuerza,una energía,que vivifica cada instante y le da a cada pasito del camino un tenor propio,una luz que permite reveer cada paso dado como un eslabón necesario para que la cadena tenga sentido.
Cuando un sueño se hace de a muchos,y se cumple,es uno de esos raros momentos en los que dan ganas de que la vida se congele,y mañana no sea martes ni haya revancha para la frustración,que se quede esperando con las ganas y listo.
Pero mañana es martes,y hay que empezar a soñar de nuevo...