jueves, 13 de mayo de 2010

Elogio de una señora

Es rara la nostalgia.Pucha si es rara,o al menos será que sólo me pasa a mí,pero esta señora resulta ser bastante peculiar.Porque en general de alguien con sus características uno espera la visita en momentos en los cuales invade la tristeza,la angustia,la desasón,o una combinación de todas ellas,más alguna otra que me estaré olvidando,y conforman casi una orgía de sentimientos que lejos están de asemejarse a la placentera sensación que normalmente se asocia a ese concepto.En mi caso creo que más que una visitante ocasional,es una compañera de ruta,porque sin importar el momento,el contexto,la situación peculiar,siempre camina al lado,bordeando la vereda;no es necesario que se trate de un momento triste o de pérdida para que aparezca,aunque es cierto que se refuerza su presencia en momentos o lugares compartidos,en recuerdos o añoranzas,pero no es condición sine qua non para su acontecer.Por definición creo que ella no se me despega,y yo tampoco hago un esfuerzo superlativo para que me abandone,poruqe lejos de ser un peso,es una compañía casi dulce(que rara esa palabra para definir la melancolía),porque considero que no puedo dejar de extrañar esos otros momentos,como quizá también la persona que fui en esos momentos,momentos que para bien o mal no vuelven,aunque los malos con el tiempo pierden esa intensidad dolorosa que en el momento parece insuperable.Decía que no puedo dejar de extrañarlos y extrañarme,y tampoco quisiera hacerlo;aunque a veces el pasado parece una mochila dificil,me gusta cargar con esa mochila,y no importa si es pesada,es la mía.Y creo que si me genera esa sensación dulce esta señora de la que hablaba al comienzo,eso se explica también porque ella viene con una convicción en la mano,y es casi un orgullo,y sería algo así como la alegría de saber que(y esto se que lo robo de alguna película o libro,pero no se bien de cual)si pudiera volver exactamente a cada momento,volvería a hacer lo mismo,aún sabiendo las equivocaciones que pudo acarrear,o los dolores,o los traspiés.No se bien que parámetros pueden definir la alegría,pero sin dudas ese es uno de los más importantes para mí.No por soberbia,o porque las decisiones no conlleven consigo una autocrítica o arrepentimiento,sino porque en parte será por la tozudez,pero más que ello creo que obedece al hecho de sentir que soy fiel a mí mismo.No considero esto una virtud,es más,es muy posible que por el contrario sea un gran defecto,pero a mí me produce una gran satisfacción,no por rendir cuentas a alguien,sino conmigo mismo,que en definitiva soy el primer acreedor en la cola para cobrar las deudas.
Puede ser por estas razones que me gusta que la nostalgia sea mi compañera,también podría buscar otras razones,hay varias y variadas,pero no deja de extrañarme esa complacencia que me produce su compañía(me extraño de ella como me extraño a mí o a los momentos en que ya no estoy).En cualquier instante,en cualquier paisaje siempre encuentra el modo de abordarme,de preguntarse y contestarme,de llevarme en un viaje relámpago a alguno de esos momentos,y si bien quedaría más romántico decir que esos interludios me brindan poderosas respuestas a las encrucijadas del presente,la realidad es que no,y que la mayoría de ellos sólo me proporcionan esa alegría fugaz de haber sido,de haber estado,de haber hablado,abrazado,sentido;pero al volver no cambio la nostalgia por la tristeza.Si bien es cierto que son recuerdos lindos,que no quisiera olvidar no que el tiempo manche ni se lleve personas ni instantes o lugares,indudablemente me quedo con el presente que es posibilidad,e incluso este mismo presente que en un rato puede ser nostalgia de este instante,de estar escribiendo eso,y que esa sensación como de tango lo invada todo.A pesar de que a veces se indique que todo tiempo pasado fue mejor,o de que lo que se fue y no volverá está siempre teñido de un halo épico,quizá no tanto porque haya sido verdaderamente mejor,sino porque uno era el que estaba mejor,mi elección sigue siendo el presente,este presente que no será el perfecto,porque nada lo es,pero creo que es lo mejor que tengo,lo más lindo de vivir,y porque es esa hoja en blanco que da la posibilidad de seguir escribiendo,de elegir las vocales,las consonantes,los puntos,las comas,los signos,los espacios,que a veces da la posibilidad de borrar,otras de tachar,y otras de seguir adelante para tratar de corregir lo hecho en párrafos subsiguientes.En tiempo en los cuales la angustia suele predominar en derredor junto con la incertidumbre,elegiría como combinación que el partido lo gane la nostalgia más tierna,la que conduce a la valoración de las cosas en su justa medida,sin dudas prefiero que ella sea la que le gane el partido a las otras,porque esa señora se lleva mucho mejor,por lo menos en mi caso,con la alegría,con la emoción,con las sensaciones que son paradigmas de lo mejor que nos puede tocar,y las otras sólo sirven para potenciar la desazón.Quizá sea muy idealista,quizá sea muy iluso también,pero creo que a veces también hay que militar en causas como la esperanza,la ilusión,el idealismo,en esas causas que parece que están por los últimos puestos,pero que de a poco tienen que ser las que vayan ganando la partida,de a poco,muy sutilmente pero también sin pausa.Con el entusiasmo revolucionario que en estos tiempo sólo tienen las pequeñas causas,ya sin querer generar grandes eventos,sino cambiando el día a día,que es el de uno y el del entorno también.En mi caso esa militancia,siempre va a llevar implícita una gran cuota de nostalgia,pero de esa que dibuja una sonrisa y sólo uno entiende porque en este momento sonríe sin que parezca haber motivos.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Entrenamientos

Tener algo para decir siempre es importante.Tan importante como tener algo para escuchar,o tocar de oído como dicen los mayores;aunque creo que la mayoría de las veces lo que busco es que sea el otro quién tenga algo para escuchar,verbigracia la verdad con la cual estoy dispuesto a esclarecerlo,y así,en esa constante guerra dialéctica es donde se desenvuelven los tópicos más interesantes,aunque muchas veces se nos pasen de largo,precisamente por esta tendencia a que cada vez más la conversación se nos transforme en un arte de convencimiento,es decir de intentar convencer al otro de que yo tengo razón y él no,pero a este módico precio se puede subir a la carroza de la verdad.
A la vez,como cada vez los medios virtuales van ocupando más y más espacios en nuestra vida(de hecho,este es un soporte de esa índole,y si no existiera,quizá tampoco esto estaría siendo leído),los códigos de estos medios son los que van ocupando un lugar preponderante,y nos acostumbramos entonces a hablar superponiéndonos con el otro,no esperar a que termine una opinión para empezar la otra,y abrir todas las tranqueras de nuestra continencia verbal,para que ninguna palabra quede encerrada cuando bien podría estar interrumpiendo el discurso de otro.Naturalmente que esto no sólo pasa en caso de una conversación formal,creo que es algo plenamente verificable en cada una de las facetas en las cuales interactuemos con los demás.Es entonces donde el tener algo para decir se impone,donde se genera esa confrontación en la cual la opinión contraria a la mía es un arma de destrucción masiva,que a la vez que genera un temor impresionante,también ocasiona una irresistible tentación de combate.
Ante todo esto,creo que se torna imprescindible entrenar el músculo de escuchar,cosa por demás dificil,al menos para mí demasidado.Entrenarlo despacio,para que no se tense tanto que luego necesite una prolongada rehabilitación,pero a la vez constantemente,de manera que no se atrofie y ya no se pueda escuchar nada que sea distinto a la propia verdad.Si bien es cierto que en realidad cada discusión puede tornarse vana,teniendo en cuenta que en muy pocas ocasiones producen un efectivo cambio de opiniones entre los interlocutores que haga que abandonen los preconceptos con los que iniciaron,por los del otro,viene siendo un entrenamiento que vale la pena.Tanto para buscar lo que el otro puede ofrecer en una simple charla,como para aprender a parar y respetar el espacio del próximo,especialmente del que no piensa lo mismo.