miércoles, 5 de mayo de 2010

Entrenamientos

Tener algo para decir siempre es importante.Tan importante como tener algo para escuchar,o tocar de oído como dicen los mayores;aunque creo que la mayoría de las veces lo que busco es que sea el otro quién tenga algo para escuchar,verbigracia la verdad con la cual estoy dispuesto a esclarecerlo,y así,en esa constante guerra dialéctica es donde se desenvuelven los tópicos más interesantes,aunque muchas veces se nos pasen de largo,precisamente por esta tendencia a que cada vez más la conversación se nos transforme en un arte de convencimiento,es decir de intentar convencer al otro de que yo tengo razón y él no,pero a este módico precio se puede subir a la carroza de la verdad.
A la vez,como cada vez los medios virtuales van ocupando más y más espacios en nuestra vida(de hecho,este es un soporte de esa índole,y si no existiera,quizá tampoco esto estaría siendo leído),los códigos de estos medios son los que van ocupando un lugar preponderante,y nos acostumbramos entonces a hablar superponiéndonos con el otro,no esperar a que termine una opinión para empezar la otra,y abrir todas las tranqueras de nuestra continencia verbal,para que ninguna palabra quede encerrada cuando bien podría estar interrumpiendo el discurso de otro.Naturalmente que esto no sólo pasa en caso de una conversación formal,creo que es algo plenamente verificable en cada una de las facetas en las cuales interactuemos con los demás.Es entonces donde el tener algo para decir se impone,donde se genera esa confrontación en la cual la opinión contraria a la mía es un arma de destrucción masiva,que a la vez que genera un temor impresionante,también ocasiona una irresistible tentación de combate.
Ante todo esto,creo que se torna imprescindible entrenar el músculo de escuchar,cosa por demás dificil,al menos para mí demasidado.Entrenarlo despacio,para que no se tense tanto que luego necesite una prolongada rehabilitación,pero a la vez constantemente,de manera que no se atrofie y ya no se pueda escuchar nada que sea distinto a la propia verdad.Si bien es cierto que en realidad cada discusión puede tornarse vana,teniendo en cuenta que en muy pocas ocasiones producen un efectivo cambio de opiniones entre los interlocutores que haga que abandonen los preconceptos con los que iniciaron,por los del otro,viene siendo un entrenamiento que vale la pena.Tanto para buscar lo que el otro puede ofrecer en una simple charla,como para aprender a parar y respetar el espacio del próximo,especialmente del que no piensa lo mismo.

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