lunes, 12 de julio de 2010

Oscuridades

Cuando era chico me daba miedo dormir con la luz apagada.No podría especificar bien miedo a qué;calculo que ya tenía en claro que el cuco no existía,pero,a diferencia de papa noel o los reyes,no había mutado en papá o mamá.Ojo que cuando digo "chico" es un adjetivo un tanto mentiroso,porque el trauma no terminó con la transición jardín/primaria como sí varias otras cosas,sino que se extendió un par de años más,y,de hecho,sirvió para ir forjando una de las amistades que me acompañan hasta hoy,cuando en algún campamento de 5to grado hice que 5 desafortunados compañeros padecieran mi fobia soportando toda una noche con la luz prendida(a pesar de que me tocó una de las camas marineras de abajo).Pero decía que desde chico me acompañó y marcó esa aversión a la oscuridad,que,si bien nunca me dediqué a interpretar cabalmente,dejó alguna huella.
Lo paradójico es que,una vez superado el trauma,el impulso fue inmediatamente antagónico,ocasionando que ahora necesite disponer de la más abosluta oscuridad para conciliar el sueño.Creo que si tuviera que buscar alguna enseñanza sería algo así como que de chico la inocencia de la edad me llevaba a buscar la absoluta nitidez,en virtud de que a esa edad el alma es de por sí muy pura y clara,mientras que con el correr de los años y el devenir de los sucesos casi inconscientemente uno va aceptando dosis cada vez más progresivas pero perdurables de especulación,manipulación,resentimiento,envilecimiento,corrupción(y hablo de las cosas cotidianas,no de las grandes "gestas",por así decirlo)que trocan aquella claridad inicial en esta oscuridad madura.Y paulatinamente se va acostumbrando el alma a vestir esas ropas oscuras,y se va convenciendo de que le quedan mejor,porque pasa más desapercibida en el carnaval de almas cotidiano.
Desde luego que siempre quedan vestigios,quizá impregnados de nostalgia,de aquella época de buscar que todo,inclusive la inaplacable noche,transcurra dentro de los márgenes de la luz que todo disipa.Y no es motivo de orgullo la actual preferencia por el apagón,sino todo lo contrario,y es quizá este texto una expresión de esa búsqueda interna de generar ese anhelo consciente también de que el apego a lo oscuro puede encubrir un temor a ver las cosas otra vez a la diáfana luz,por temor de que ese nene se asuste,de que ciertas cosas de este hombre lo decepcionen;pero asumiendo,asimimso un irrenunciable esfuerzo de ganarle cada noche un centímetro más al cerco de la penumbra,porque es bien claro que no está muerto quien pelea,y si la luz en la madrugada se va derrotada,cada mañana vuelve a dar pelea,victoriosa,y es un placer que no se resigne,y un deber acompañarla.También porque me gusta sentir que,del otro lado del espejo,ese nene me mira sonriendo,y no se siente extraño ni defraudado en lo que le va tocando en suerte.

1 comentario:

  1. Comida china en bajo volumen y una efimera oscuridad con la ventana de cara a los rieles...

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